«Trenes que vienen y van…»

            La Tarde me ha sorprendido con un debate tan inesperado como al final interesante. Lo mejor del universo internet –a mi parecer- estriba en la posibilidad de poder hablar (escribir) con una persona que se encuentra a miles de kilómetros, y que gracias a la red es posible entablar un entretenido debate.

Reconozco que nadie como mi querida Sandra para sacarme temas inverosímiles para hacer que me devane los sesos por un buen rato.

Tras una breve introducción a preguntarnos por la salud y la vida en general, las clásicas preguntas de cortesía y tal y tal, la conversación ha derivado en la vida que vivimos actualmente y de cómo podría haber sido si hubiésemos tomado otros trenes, si hubiésemos girado en una dirección en vez de otra, si hubiésemos dicho “Sí” en vez de un “No”; de por qué no lo hicimos.

Y me ha resultado un tanto divertido que me reprochara el haber dejado pasar varios de esos trenes, y por un momento me he puesto a pensar en ello. No creo que hayan sido tantos, pero sí es cierto que recuerdo un par de ellos, y eran bastante significativos. Tuve la oportunidad de acabar la carrera en Québec, con una beca que me concedieron pese a que la solicité más que nada por curiosidad… Pero me la dieron. Luego pensé… lo que he empezado aquí…lo terminaré aquí… Y además… Anda que no tiene que hacer frío allí…

Y me quedé.

Poco después me otorgaron una beca al mejor expediente de la Comunidad Autónoma para poder cursar estudios superiores en Harvard. Sí, ni más ni menos que en la majestuosa Harvard. Vi algo justo el presupuesto (ya me había hipotecado, además) y decliné la beca.

Y me quedé.

Y el último tren al que no he subido es el expreso a New York, una oferta de trabajo muy interesante y para un organismo institucional bastante importante. Y de nuevo los aspectos económicos hicieron que me quedara en el andén.

Y me quedé.

            Son los grandes transiberianos a los que no subí, y Sandra me decía que no lo entendía, que nunca me había echado atrás por nada, y menos por dinero…porque realmente ni nunca tuve nada, y sigo sin nada en verdad. Que no se lo creía.

Y me quedé pensativo un instante. Es verdad, le he dicho. Si no he salido nunca de la estación ha sido por una sola razón. En cada uno de esos trenes no habría ido la persona que más me importa en mi vida. Y no cambio ni un solo momento de un futuro con ella, sea éste como sea, por miles de prósperos futuros sin ella.

Así que me seguiré quedando una y otra vez hasta que al tren podamos subir los dos. Y estoy convencido de que tarde o temprano, subiremos al tren adecuado.

Y Sandra ha puesto un emoticono sonriente, ha usado su mítica excusa de “me están esperando. Nos vemos” y me ha dejado con un palmo de narices. Me enrabieta que haga eso siempre. Y la charla terminó